Fernando Fernández-Arias Minuesa: “El diplomático debe sentir la camiseta”

Entrevista

Luchador por los derechos humanos y trabajador incansable por la igualdad, este madrileño estudió en el Liceo Francés y aprendió inglés en el British Council, se licenció en derecho por la Universidad Complutense y se diplomó en derecho francés por la Universidad de París, ingresando en la carrera diplomática en 1989. Su preocupación por los derechos humanos le ha llevado a investigar en la Universidad de Harvard el papel del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas en la promoción y protección de los Derechos del Hombre, y a dirigir la Oficina de Derechos Humanos del Ministerio de Asuntos Exteriores. Siempre fiel a la terna de virtudes que adornan al buen diplomático: responsabilidad, perspicacia y empatía, la vida le ha llevado desde Ammán a Washington, Boston o Nueva York, donde ha sido Consejero en la Misión de España ante Naciones Unidas, pasando por Helsinki, Jerusalén y Londres, donde ha sido cónsul. La misma vida que ahora le ha traído de vuelta a Madrid, donde ha sido director de programación de la Casa de América, y donde ya como director de la Escuela Diplomática de España nos habla de su actual pasión, la enseñanza de la Diplomacia.

1. La Escuela Diplomática de España en 1 minuto. Si bien la primera promoción de diplomáticos data de 1934, la Escuela actual nace en 1942, habiendo formado un total de 71 promociones, ya camino de la 72. Y no solo diplomáticos, también funcionarios que trabajan en el servicio exterior, en la red de embajadas, consulados y representaciones de España en el mundo: agregados comerciales, militares y personal de otros ministerios, todos se forman en la Escuela a lo largo de sus carreras. Junto a ellos, la Escuela recibe a estudiantes de todo el mundo para cursar el Master Interuniversitario en Relaciones Internacionales y Diplomacia, impartido por profesores de las 6 universidades públicas de Madrid, así como de la UNED y de la Universidad Menéndez Pelayo, funcionarios del ministerio de Asuntos Exteriores y de otros ministerios y ámbitos.

2. Las 3 cualidades del diplomático…. Responsabilidad entendida como vocación de servicio público y sentido del deber para ejercer la representación de tu país, sus instituciones, ideales y principios, y sus ciudadanos. La perspicacia permite al buen diplomático discernir lo que es importante de lo superficial. Y junto a ellas, la empatía, fundamental para una de las labores principales del diplomático: negociar. La negociación implica saberse poner en el lugar de la otra persona con la que negocias, saber escuchar, y procesar lo que escuchas, sabiendo leer el ambiente en el que estás. Por eso en la Escuela incidimos especialmente es la enseñanza de las técnicas de negociación.

3. Ser diplomático hoy: liderazgo y diplomacia. Vivimos en un mundo en el que el ordeno y mando ya no funciona, funcionaba hace 30 años, cuando el jefe te decía lo que tenías que hacer, pero ya no.  Los que pertenecemos a los Cuerpos Superiores de la Administración tenemos desde el principio personas de las que somos responsables, y sabemos trabajar y potenciar el trabajo en equipo. Conocerse uno mismo, las cualidades que cada uno tiene como líder y sobre todo las propias potencialidades y límites, es fundamental para poder ejercer el liderazgo interpersonal, haciendo que los equipos funcionen, escuchando a sus miembros y dando autonomía.

4. La diplomacia como solución: el poder blando. Para ser diplomático, además de cumplir los requisitos legales exigibles, es necesario un cierto espíritu de aventura y una gran vocación de servicio público, lo que se traduce en “sentir la camiseta”, haciendo una cada vez más importante labor de promoción de nuestro país, como la que realiza la Secretaría de Estado de la España Global, antes Marca España. Ahora es más importante que nunca recuperar la imagen del país, en la situación de crisis motivada por la pandemia del COVID19. Un elemento importante es la empresa española, muy internacionalizada, y ahí es clave el papel de la diplomacia, permitiendo generar negocio en el exterior para crear riqueza y empleo también en España. La historia, la lengua, la cultura de siglos, el patrimonio artístico, el deporte, la gastronomía,… son aspectos muy destacables, y especialmente el hecho de ser capaces de caer bien en todo el mundo y ser admirados, lo que no le ocurre a todos los países. Realmente es un poder “duro” con el que contamos, y con el que deberíamos contar más aún.

5. La diplomacia ¿es nombre de mujer? El gran déficit de la carrera diplomática es el pequeño número de mujeres, representan el 26% de los diplomáticos españoles.

La primera mujer diplomática ingresó en 1934, Margarita Salaverría, pero durante el franquismo se prohibió que las mujeres fueran diplomáticos hasta 1971, fecha en la que ingresó María Rosa Boceta. Paulatinamente el porcentaje de mujeres ha subido: en 1989 eran 3 mujeres de 31 aprobados, y en la actualidad el ratio es de 45 mujeres sobre 100 aprobados. Soy un convencido de las políticas de igualdad, y en ello trabajamos junto con la Asociación de Mujeres Diplomáticas de España, y es claro que el modelo de diplomático “hombre casado” al que seguía su mujer y sus hijos ha cambiado, ya no es así, al igual que ha cambiado la sociedad. La convergencia vendrá de modo natural, es un hecho entre las nuevas generaciones. La mujer diplomática española es respetada en todos los países, y el hecho de ser mujer no le acarrea mayores dificultades en su quehacer diario, a diferencia de otras circunstancias que sí pueden suponer un grave obstáculo en algunos países, como la orientación sexual. Ello no obsta a que en ocasiones a la mujer se le exija un esfuerzo adicional, lo que es absolutamente injusto. Y contra eso se lucha promocionando a mujeres en puestos de responsabilidad internacional.