
Día Mundial de los Primeros Auxilios: conocerlos, tan importante como compartirlos. La historia de Davinia
*Imágenes cedidas por la ONG África Sawabona

No hay cobertura. No hay carreteras. El centro de salud más cercano está al otro lado de un río, pero no un río cualquiera: del río Gambia, uno de los mayores de África. En medio del bosque, hay centenares de pequeñas comunidades formadas por unas cuantas familias. Con escasez de recursos, dificultades y sin acceso a servicios básicos, como la sanidad.
Cada año, el Día Mundial de los Primeros Auxilios, que celebramos este sábado, nos recuerda algo esencial: saber actuar en los primeros minutos puede marcar la diferencia entre vivir y morir. Pero ¿qué hacer si nadie sabe cómo actuar?
Hoy ponemos en valor la historia de Davinia Arraez, enfermera, formadora, madre, mujer comprometida, amante del deporte de aventuras y compañera de la dirección provincial de Fraternidad-Muprespa en Pamplona. Este verano ha viajado a Senegal y lo ha hecho para enseñar primeros auxilios, una vocación que tenía desde pequeña.
“Desde siempre me llamó la atención este campo y supe muy pequeña que quería dedicarme a la sanidad y también que quería cooperar, ayudar a quien fuera que lo necesitara. Antes de empezar a estudiar llamé a Médicos Sin Fronteras para saber qué se necesitaba para trabajar como cooperante”, una declaración que deja patente sus ganas de trabajar como voluntaria y que pudo llevar a cabo cuando finalmente estudió enfermería.
Su primer destino fue Senegal, donde cooperó montando un hospital para enfermos de malaria y otras patologías. Esa experiencia le enseñó que curar es casi tan importante como enseñar a curar.
“Estuvimos en una zona remota, no habían visto un médico jamás. A los diez días terminamos todas las medicaciones y el material, y me planteé si era justo hacer ese viaje para luego dejar a la gente expuesta sin solución. Por eso decidí enfocarme en impartir formación”.
Y tras adquirir más kilómetros y horas de experiencia en diferentes cooperaciones, además de hacer un parón personal y convertirse en madre, este verano retomó uno de esos viajes en los que siempre está pensando. Lo hizo con la ONG Africa Sawabona, a quienes agradecemos que hayan compartido con nosotros las imágenes que ilustran esta noticia.
“Hacer asistencia me encanta, pero tiene más sentido formar para que puedan hacerlo ellos, que sonagentes de salud y ayudantes de matrona. Pueden solventar algún problema pequeño en la comunidad, o saber que tienen que derivarlo porque es más grande. Son voluntarios, no cobran un duro por ejercer esa función, y lo peor es que no tienen nada de material, curan heridas con agua, jabón y trozos de trapo”, asegura Davinia.
Para enseñar nociones de reanimación cardiopulmonar, era importante hacer algunas de las cosas que se hacen en el mundo occidental, pero la dificultad, por ejemplo, de trasladar un muñeco de rcp era enorme, así que a ella se le ocurrió crear uno ‘low cost’ con materiales reciclados. Creatividad al servicio de la vida.
“Es importante que aprendan a hacer las cosas haciéndolas, como aquí porque si no es muy difícil. Reuní materiales reciclados y por unos 25 euros cree este muñeco, intentando que las formaciones estuvieran adaptadas a sus carencias”.
Desde que volvió a Pamplona, Davinia no deja de pensar en cómo mejorar. Aunque en un entorno muy distinto al de sus misiones internacionales, mantiene el mismo propósito: cuidar, acompañar y seguir formándose, por ejemplo, para suturar y cuidar heridas en Fraternidad-Muprespa, donde lleva trabajando desde hace tres años y medio. “A veces veíamos heridas en la Mutua que tenían que acabar en el hospital porque eran muy complicadas, y con el experto que he hecho ahora muchas soy capaz de solventarlas aquí, en la dirección provincial, y eso me alegra mucho”.
Cada formación impartida, cada momento vivido reafirma en personas como Davinia algo que muchos intuyen pero pocos se atreven a comprobar: que el voluntariado transforma a quien lo recibe, pero sobre todo, a quien lo practica.