Rafael Barberá, ex DGOSS: “Me impactó la labor de las mutuas con las personas accidentadas”

Entrevistas
Autor
Fraternidad-Muprespa

Rafael Barberá de la Torre es profesor Titular de Universidad de Economía Aplicada en la Universidad Rey Juan Carlos. Licenciado y Doctor en Economía por la Universidad Complutense de Madrid. Barberá es MSc in Economics por la University of Southampton y MBA en Dirección de Empresas Financieras por el Instituto de Estudios Financieros y de Seguros, habiendo impartido docencia en la Universidad Complutense de Madrid, así como cursos de postgrado en la Escuela Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores entre otros centros.

Su currículum acumula una dilatada experiencia en la Administración, lo que le convierte en un experto conocedor de muy diferentes materias. Ha sido director General de la Fundación Madrid por la Competitividad de la Consejería de Economía, Hacienda y Empleo y director General de Gestión Económico-Financiera y Farmacia del Servicio Madrileño de Salud de la Consejería de Sanidad de la Comunidad de Madrid; consejero de Empleo y Seguridad Social en la Representación Permanente de España ante la Unión Europea en Bruselas; y director General de Ordenación de la Seguridad Social en el Ministerio de Empleo y Seguridad Social.

Ha ocupado cargos de responsabilidad en distintas administraciones y ahora retoma su tarea de docente en la Universidad Rey Juan Carlos ¿Cómo ha sido este cambio?

En primer lugar, quiero agradecer a Fraternidad-Muprespa que haya pensado en mí para hacer esta entrevista. Me siento muy honrado con la propuesta y encantado de aceptar esta oportunidad que me brindan para exponer brevemente mis opiniones sobre las cuestiones que seguidamente responderé.

Dicho esto, y ya contestando a la pregunta sobre mi retorno a la actividad docente en la Universidad, sólo puedo decir que es la situación normal en la vida de quien se considera, esté donde esté, un profesor universitario. Se podría decir que mi retorno es como la vuelta del hijo pródigo, y así han reaccionado mis compañeros que me han acogido con gran cariño y ya me están proponiendo realizar tanto tareas de investigación como administrativas. Hay que tener en cuenta que yo empecé a dar clase en la universidad hace ya 30 años, en el curso académico 1992-1993 en el centro que fue el germen de la actual Universidad Rey Juan Carlos, tras haber pasado unos años por una empresa privada del sector de los seguros.

Es cierto que tras casi doce años en actividades públicas el cambio es importante, es una labor completamente distinta pero maravillosa.

La enseñanza es una actividad fundamental a la hora de formar personas con mentalidad crítica que sean capaces de pensar por sí mismas y en un entorno que debería ser de discusión y respeto y nunca de adoctrinamiento de ningún tipo.

Por su parte, la actividad pública también es atractiva para aquellos que tenemos inquietudes y que deseamos aportar algo de nuestro conocimiento con el fin de mejorar la vida de nuestros conciudadanos ya sea a nivel nacional, regional o municipal. Además, ahora considero que puedo transmitir a mis alumnos conocimientos que antes de este período no hubiera podido contar, o lo hubiera hecho de una forma muy diferente. Mi experiencia acumulada durante estos años en diversos cargos de la administración creo que mejorará mi actividad docente puesto que seguramente tendrá un carácter mucho más aplicado al mundo actual en lugar de ser mucho más pegado a la teoría. Piensen que yo soy profesor de economía.

¿Cuál es el mayor reto al que se enfrentó como director General de Ordenación de la Seguridad Social? En esa época de intenso trabajo con las mutuas pudo conocer de cerca nuestro trabajo, ¿qué aspecto destacaría como el más relevante?

La Dirección General de Ordenación de la Seguridad Social (conocida como DGOSS) es, como la Seguridad Social en su conjunto, un puesto que tiene una elevadísima carga de trabajo y que toca aspectos muy sensibles para la población española. Si tuviera que destacar el mayor reto que tuve durante los cinco años que estuve allí, diría que fue todo lo relacionado con las pensiones.

Los problemas financieros que presentaba y que presenta hoy en día el sistema de pensiones son cuestiones muy complicadas de acometer puesto que afectan tanto a los que cobran la pensión, a los que están trabajando y cotizando, a las empresas y a aquellos que se van a incorporar al mercado de trabajo más adelante.

Además, todo esto que ya de por sí no es sencillo, se ve agravado por el debate político, un debate con un importante componente populista que no explica sincera y claramente la situación del sistema y no busca soluciones consensuadas y coherentes mediante un gran pacto nacional. Es preciso hablar con los expertos, analizar profunda y honestamente la situación, así como las posibles soluciones, sin tapujos, limitaciones ni apriorismos.

El otro reto importante al que me enfrenté en la DGOSS fue todo lo relacionado con las mutuas colaboradoras con la Seguridad Social. Las mutuas fueron para mí un descubrimiento puesto que durante esos cinco años en la dirección general comprobé de primera mano lo complicado que es gestionar entidades como éstas. Hay mucha gente que piensa que solo se dedican a tramitar y abonar prestaciones de seguridad social derivadas de incapacidad temporal, accidente de trabajo, enfermedad profesional, etc. Hay incluso muchos que las critican por su celo en el control de la IT. Pues bien, esta parte de la actividad de las mutuas no es una cuestión baladí puesto que permite que el sistema funciona más ágilmente y facilite a la administración de la Seguridad Social su labor.

Sin embargo, lo que más me impactó de la labor las mutuas, sin desmerecer todo lo que ellas realizan, fue su labor con las personas que sufrieron un accidente de trabajo. Yo fui testigo de la excelente atención prestada a los accidentados, del funcionamiento de sus hospitales y del trabajo en general de todo el personal.

Quiero destacar como algo a valorar muy positivamente su empeño en la recuperación de las personas accidentadas, cómo forman a aquellas personas que debido a las secuelas no pueden seguir realizando su actividad habitual para que puedan desarrollar otras actividades laborales y cómo atienden a las personas que como resultado del accidente sufren una importante discapacidad, así como a sus familiares y cuidadores.

Tradicionalmente el eurobarómetro refleja un alto grado de confianza de la ciudadanía española hacia la Unión Europea. ¿Qué importancia tienen el empleo y la Seguridad Social en las políticas de la Unión? ¿Cuál es el papel del consejero de Empleo y Seguridad Social en la Representación Permanente de España ante la Unión Europea en Bruselas?

Los españoles siempre hemos visto a Europa como una organización de países que nos ha ayudado a conseguir los niveles de vida y de bienestar que si lo hubiéramos tenido que realizar nosotros solos nos habría llevado muchísimo más tiempo en alcanzar. Además, en tiempos pasados se veía a los países europeos como un ejemplo a seguir en el plano económico y político, eran nuestro referente. Todo esto hace que los españoles siempre hayamos sido muy europeístas y tengamos gran confianza en sus instituciones y su funcionamiento.

En cuanto al empleo y la Seguridad Social no son quizás las áreas más destacadas y conocidas dentro de las políticas que lleva a cabo la Unión Europea, puesto que, al igual que sucede con otras muchas materias, las competencias son compartidas. Por este motivo, tanto los Estados miembros como la UE pueden promulgar leyes en este ámbito. En cualquier caso, la UE busca soluciones a partir de sus competencias recogidas en los tratados, entre otras, a políticas de empleo, salud y seguridad en el trabajo, coberturas de seguridad social para todos los trabajadores que desarrollen su actividad en otros estados miembros, la igualdad entre hombres y mujeres, la lucha contra la pobreza y la discriminación, etc. Todas ellas cuestiones, y otras que no he mencionado, son puntos importantes y de calado en el funcionamiento del mercado de trabajo y en las políticas sociales. La cuestión es que al tratarse de aspectos bastante técnicos no tienen tanta repercusión en los medios de comunicación y son bastante desconocidas.

De toda esta labor de la UE nació, por ejemplo, en el año 2017 el Pilar Europeo de Derechos Sociales con 20 principios y derechos básicos que deben de cumplir los Estados miembros para lograr un buen funcionamiento del mercado de trabajo y del sistema de bienestar. Así que, como todo lo que se hace en la UE, tiene una repercusión muy destacable en la vida de los españoles.

Los consejeros de Empleo y Seguridad Social, como el resto de consejeros de los diferentes ministerios, tienen un papel importante y muy activo en las relaciones del Consejo de la UE con España. Sin ánimo de ser exhaustivo, los consejeros de empleo y Seguridad Social se encargan de asistir y defender la posición española en los Grupos de Trabajo del Consejo de la Unión Europea en las áreas de Trabajo, Seguridad Social, Asuntos Sociales y Migraciones. Ayudan a preparar la participación del Ministro/a en el Consejo de Ministros de Empleo, Seguridad Social, Política social, Sanidad y Consumo (EPSCO). Por otro lado, mantienen contactos habituales con la Comisión Europea, los diputados españoles del Parlamento europeo, y los consejeros del resto de delegaciones de forma bilateral o multilateral para discutir los expedientes en tramitación y las próximas propuestas.

Es también habitual que mantengan reuniones con representantes de diferentes organismos nacionales y extranjeros en relación con los asuntos de su competencia y redacten notas e informes para el Ministerio exponiendo la situación y las novedades que se producen en los diferentes expedientes, así como sobre cualquier aspecto de interés para el Ministerio. Como pueden comprobar es una labor intensa y nada desdeñable.

Dicen que la salud no tiene precio. ¿O sí lo tiene? ¿Valoramos realmente lo que nos cuesta nuestro Sistema Público de Salud?

La salud es una cuestión fundamental para el ser humano en la medida en que si no hay salud la vida se convierte en algo mucho más complicado tanto en el plano personal como profesional. Lo que sucede es que, como se suele decir, la salud no se valora hasta que no se pierde y se es consciente de su importancia en el momento en que la enfermedad nos doblega. Un claro ejemplo viene de la pandemia de la COVID-19 que desgraciadamente tuvimos que sufrir hace poco tiempo. Fue en ese momento cuando todos nos dimos cuenta de lo importante que es la salud y cómo una enfermedad puede perjudicar nuestra vida e incluso, por desgracia, provocar que la perdamos rápidamente y nos mostró de una manera descarnada la fragilidad del ser humano. Por tanto, desde este punto de vista la salud no tiene precio.

Por otro lado, cuando hay que gestionar recursos públicos, los encargados de llevar el presupuesto destinado al sector sanitario son conscientes de que hay que hacer muchas cosas, algunas de ellas muy caras, con un presupuesto limitado.

A pesar de esa limitación del presupuesto, es de destacar el esfuerzo que hacen las administraciones públicas para cubrir todas las necesidades del sistema sanitario. Baste señalar que la partida de sanidad es la más importante en los presupuestos de las Comunidades Autónoma, supone en torno al 40% de total del gasto en cada una de ellas.

Este importante esfuerzo ha facilitado que el sistema sanitario español se encuentre entre los mejores de Europa y del mundo. En concreto, la Comunidad Autónoma de Madrid ha sido señalada por la Unión Europea como la región con la mejor sanidad del continente.

Dicho lo anterior, considero que, a pasar de las críticas, los españoles sí valoramos positivamente nuestro sistema sanitario. Es cierto que hay posibilidades de mejora, como en todo en esta vida, pero en general podemos comprobar día a día su buen funcionamiento. Además, cuando nos tenemos que someter a determinados tratamientos, se es consciente del importante gasto que ese tratamiento supone y el esfuerzo que se hace para buscar resolver nuestros problemas de salud. Quizá, por señalar alguna cosa que debería tenerse más en cuenta a la hora de valorar nuestro sistema sanitario, subrayaría el importantísimo gasto farmacéutico. Es preciso que seamos conscientes de que los medicamentos que tomamos todos los días suponen un importante esfuerzo financiero y esto a veces no se valora lo suficiente.

La competitividad y la innovación son los pilares del crecimiento económico. En su opinión, ¿cómo se conjugan con la necesaria sostenibilidad? ¿Es la economía verde la solución?

Es verdad que la competitividad de una economía, entendiéndola como todos aquellos elementos que afectan a la productividad, es un factor que tiene efectos positivos sobre el crecimiento. Sin embargo, esta no es independiente de la innovación puesto que la innovación repercute directamente sobre la productividad y, por tanto, sobre la competitividad. Una economía que no innova, poco a poco irá viendo cómo su productividad se va reduciendo y consecuentemente su crecimiento a largo. Si un país quiere seguir creciendo debe mejorar diferentes factores que aumentan la productividad, y entre ellas destaca la innovación, pero para ello hay que tener también personas con una formación adecuada para poder hacer frente a los retos de la innovación.

Así el capital humano también se convierte en un factor clave para la innovación y de este modo para el crecimiento a largo plazo.

Supongo que cuando se hace referencia a la sostenibilidad se quieren referir a la sostenibilidad medioambiental. Es necesaria esta aclaración, puesto que sostenibilidad puede referirse a múltiples cuestiones, por ejemplo, a las cuentas públicas, a las pensiones, etc.

En relación con el medioambiente, desde algunos ámbitos se pretende dar una visión de que la competitividad y, por ende, el crecimiento se hace a costa de perjudicar el medioambiente. Yo considero que esa propuesta está completamente desenfocada. Cada día es más habitual que las empresas dediquen más recursos a la mejora de la tecnología que es respetuosa con el medioambiente. En concreto, la innovación está facilitando que las tecnologías aplicables a la industria sean cada vez más limpias y esto ha sido posible gracias al desarrollo tecnológico. Por tanto, hacer que la competitividad y la innovación sean incongruentes con la sostenibilidad medioambiental no tiene ningún sentido.

Hoy en día, la competitividad y la innovación buscan alcanzar un crecimiento económico y una mejora del bienestar desde una compatibilidad con la sostenibilidad medioambiental.

En cuanto a la economía verde, yo diría que tiene elementos positivos para poder avanzar, pero no creo que sea la única propuesta que permita mejorar la situación medioambiental del planeta ni el bienestar de las personas. Ya he mencionado anteriormente la importancia de la innovación como elemento dinamizador de la economía y de los beneficios que de ella se desprenden. Yo no soy partidario de soluciones con un único camino. Estoy convencido de que, dando el conocimiento necesario, facilitado un debate abierto y tratando a las personas como seres inteligentes que saben lo que quieren, se encontrarán vías diversas para alcanzar los objetivos sociales y medioambientales que hagan mejorar el nivel de vida de las personas que habitamos en el planeta Tierra.

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